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domingo, 16 de septiembre de 2012

Capítulo 4

Hola tributos! :D Os quiero dar el capítulo 4 para quitarnos uno más de en medio ^^

Jajajaja :D Aquí os lo dejo, espero que os guste :3



Capítulo 4

¿Ha dicho mi nombre? El nombre que ha dicho (mi nombre) resuena en mi cabeza varias veces hasta que reacciono... ¡Ha dicho mi nombre! Me quedo quieta hasta que la chica que está al lado mía me susurra:
-Lo siento mucho, tienes que salir ahí...
Miro a Julie y tiene los ojos a punto de soltar lágrimas. Me suelta de la mano y me deja libre. Me salgo de la multitud de mi grupo y me voy hacia el escenario. Sin darme cuenta, tengo a dos agentes de la paz escoltándome. Desearía cualquier cosa en el mundo que saliese otra chica voluntario para mi puesto, pero no es así. Prefiero ser tributo y no tener que estar en deuda con otra persona que se ofreciese voluntaria, y tampoco quiero verla sufrir. Subo al escenario y la mujer del Capitolio, Clare Ross aplaude de la emoción y dice:
-¡Qué bien, qué bien! ¡Ya tenemos a nuestros dos tributos para estos Juegos! ¡Esperemos que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte!
Suena el himno del Capitolio y nos llevan al Edificio de Justicia, donde me meten en una sala para que los familiares y amigos puedan despedirse de mí. Llega mi madre llorando y yo comparto mis lágrimas con ella.
-Mi pesadilla se ha hecho realidad...-logro decir.
-Seguro que puedes, eres valiente por dentro aunque no lo demuestres. Además, el padre de Julie y su hermano me han dicho que eres buena con los cuchillos, no voy a ser tu mentora, pero te tienes que hacer con algo para protegerte-me dice.
Julie y su padre entran después y me desean toda la suerte del mundo. Después, es raro y llega mi padre, que llevo sin verle unos tres o cuatro años.
-Debbie, qué grande te has puesto-me dice mientras se le escapa lágrimas de los ojos, pero yo me mantengo firme. Aunque se haya separado de mi madre, podría habernos visitado de vez en cuando.-Lo siento si no fui un gran padre, nunca te lo quise contar, pero mi hermano mayor, tu tío, fue un tributo en los 37º Juegos del Hambre y fue asesinado en el baño de sangre por un tributo profesional. Yo tuve suerte y no salí tributo, pero me metí en la vida de la morflina para olvidarme de lo que le ocurrió a mi hermano. Todas las noches me despertaba sudando y gritando a mi hermano que corriese-dice y se toma unos segundos.-Lo siento mucho, no debería de haberme metido, me siento culpable para explicarme ahora-explica. Hace tiempo que no lo veía, tiene la piel en un tono amarillo de la enfermedad, y bolsas de no dormir bien en los ojos. Se nota que es adicto a la morflina. Yo siempre he evitado hablar de él, o conocerle bien, pero no me queda otra, es mi padre y ahora me cuenta todo esto.
-No importa, de verdad-logro decir y cuando él está a punto de contarme o decirme algo, un agente de la paz llega y se lo lleva. 

Me quedo sola en la habitación y me siento en un sofá blanco y grande. Llega una mujer, con el uniforme de los agentes de la paz y me dice que la siga. Me meten en un coche y veo que Max, el otro tributo, ya está sentado en el asiento de cuero negro de la parte de atrás. Le lanzo una mirada y veo que tiene los ojos rojos. Ha llorado, incluso más que yo. No debo fiarme mucho de él, en la Arena me va a matar. El coche no arranca y caigo en la cuenta de que estamos esperando a la mujer del Capitolio que anunció mi nombre hoy mismo, en el escenario. Por fin entra en el coche, y se ajusta la ropa nada más que se siente en el asiento del coche, pero antes me obliga a bajarme para que ella se coloque entre los dos. Me monto de nuevo y en cuanto cierro la puerta, el coche arranca y empieza a hablar.
-Hola queridos tributos-dice animada.-Si no lo sabéis me llamo Clare Ross y yo prepararé vuestros horarios durante vuestra estancia en el Capitolio. Ahora vamos a ir a la Aldea de los Vencedores para recoger a vuestra mentora, Amy. Ella os dará más consejos para sobrevivir en la Arena y mucho más. Por favor, no quiero que le preguntéis por sus Juegos ni nada-dice, hace una pausa y continúa en susurro-es adicta a la morflina para olvidarse de ellos.

Nos paramos en la Aldea de los Vencedores y Amy, nuestra mentora, se mete en el asiento de delante, al lado del conductor. Está de espaldas y no puedo verla bien, el asiento la tapa totalmente. El conductor arranca de nuevo y nos vamos hacia la estación del tren, para coger el tren y marchar hacia el Capitolio. Espero que los ojos vuelvan a ser de su color y se me quiten los churretones de la cara de haber llorado. La estación estará llenas de cámaras que nos grabarán. Llegamos a la estación y cómo me imaginaba: todo está lleno de cámaras. Miro a Clare que está junto a mí y con la mirada me dice que estoy bien. Dentro del tren, Clare nos enseña nuestros compartimentos y nos dice que hoy tendremos el día libre, pero mañana quiere vernos a las nueve en punto en el comedor para desayunar y repasar nuestro horario. De camino a mi compartimente, me encuentro con Amy, que se dirige hacia el suyo (creo...) y entonces me detengo a observarla, es de mi altura, delgada y tiene la piel del color de mi padre. Pasa por mi lado sin mirarme y se dirige a su compartimento, pero antes de entrar, se gira hacia mí y dice:
-Gana sus respetos...-dice asintiendo.
No me da tiempo a preguntarle a qué se refiere con eso porque se mete en su compartimento y yo me encojo de hombros y me meto en el mío. Tiene una cama en una esquina, con sábanas de color celeste. Hay también un armario lleno de ropa para hoy y el tiempo que tardemos en llegar al Capitolio, que seguramente no sean muchos. Me tumbo en la cama y dejo que las lágrimas salgan y que se resbalen por mis mejillas. Aún tengo la voz de Clare diciendo mi nombre en el escenario. La tengo metida en la cabeza y no desaparece. Aún no me creo que sea tributo de este año. Moriré. Está claro que moriré, pero me tengo que hacer con algo, como dijo mi madre: no todo está perdido. Las lágrimas paran poco a poco y el tren frena. Llaman a la puerta de mi compartimento.
-Adelante.
Un hombre rubio de ojos claros y fuerte me dice:
-Vengo a informar que hemos parado para repostar y que si quiere, puede salir fuera durante unos minutos.

Asiento con la cabeza y cuando el hombre se va, salgo hacia fuera y me encuentro a mi compañero de Distrito, Max. Aún no he hablado con él y tampoco es que tenga ahora mismo muchas ganas. Veía a Max durante el recreo del colegio, con unos cuantos amigos, pero nunca he hablado con él, no estaba en mi clase. Paso los minutos de pie, apoyada en una columna de hierro hasta que Clare sale por una puerta y nos llama a gritos con su voz dulce. Voy lo más rápida que puedo y el tren se pone en marcha. Me quedo todavía metida en mi compartimento, con la ropa aún puesta, así que decido cambiarme y me pongo unos pantalones cómodos y una camiseta. Una vez más, llaman a la puerta y Clare, con su voz dulce como un caramelo, me dice:
-En el comedor ya está la cena preparada. Venga, tenemos que ir con el horario indicado.

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