Capítulo 23
Kat soy Marck. Te he dejado ropa limpia que fui a comprar ayer. Sabía que vendrías, me lo dijo Frank, y por intuición de vampiro, supe que serías chica. No estaba seguro de tu talla. Mi aprendiz debe de estar despierto. Conócele si quieres y si no está despierto, te sugiero que lo dejes tranquilo, le gusta dormir y despertarse cuando le venga en gana. Te escribo esta nota cuando el loco de Frank está durmiendo como un tronco o una abuelita sorda. Puedes comer lo que quieras, hay carne, fruta, de todo, ya sabes que conmigo vive un humano. FRank me ha dicho que eres medio vampiro y que no te agrada beber sangre humana, te entiendo. Saludos, y tranquila, ahora estás en tu casa, haz lo que quieras.
Es verdad, ahora creo que esta es mi casa y después de que encontremos al vampirano, nos quedaremos en esta casa. Marck me cae muy bien, mejor que el vampiro al que tengo que seguir... Lo que no entiendo es por qué entiende el por qué no me gusta beber sangre humana. Bebo, cuando la necesito, pero no me hace mucha ilusión beberla. Abro el primer cajón de la cómoda y encuentro una mallas negras largas y una camiseta verde claro. Me visto y me pongo los zapatos de deporte. Los pantalones me quedan bien, pero la camiseta me queda un poco grande.
Voy al cuarto de baño para peinarme y lavarme la cara. La verdad, es que la casa la tiene bastante limpia, si el señor Rhamus viviese aquí, seguro que la tendría hecha un asco. Bajo las escaleras y oigo a alguien que hace un ruido sordo. Proviene de la cocina. Abro la puerta y veo un chico agachado en el suelos y está a espaldas de mí. Me quedo callada y quieta a ver si se da cuenta de que estoy aquí. Se levanta y parece que no se da cuenta de mi existencia. Es de mi altura y tiene el pelo entre rubio y castaño.
-Mmm... Hola-digo. El chico da un pequeño salto y deja caer lo que tenía entre las manos. Eran trozos de un cristal. Se da la vuelta y se queda perplejo mirándome, abriendo todo lo que puede sus ojos azules.
-Qué susto me has dado. ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? ¡Ahora tendré que volver a recoger los trozo!-dice enfadado.
-Lo siento, no pretendía... yo... lo siento. Yo lo recojo-digo un poco cortada. No pensé que reaccionaría así
-No pasa nada-dice mientras se agacha en el suelo y recoge los trozos del plato roto y se los coloca en la mano.-Un momento y ahora...-se queda en mitad de lo que iba a decir y produce un grito ahogado.
Se ha hecho un corte en la mano un poco largo, no muy profundo, pero largo. La sangre empieza a salir. Ahora me doy cuenta de que necesito beber sangre, llevo días sin beber ni una gota. Tengo tentaciones de beber la sangre que sale de su palma, pero me doy la vuelta antes de que pueda hacer algo.
-Por favor, lávate la mano-le pido.
-¿Por qué? ¿Te desmayas al verla?-me pregunta.
-No contesto y él me avisa de que ya ha hecho lo que le he pedido. Me giro.-Gracias.
-Pasemos al salón-me dice pero me niego. Prefiero quedarme en la cocina.-Bueno, pues... ¿cómo te llamas?
-Kat, ¿y tu?
-Me llamo Tobi-dice, ofreciéndome la mano buena para estrecharla. Yo le doy la mía en forma de saludo.-¡Guau! ¡Tienes la mano helada!
-¿Sí? Pues no noto nada. ¿Tu eres humano?-pregunto.
-Cien por cien. Tu también, ¿no?
-Pues no. Soy medio vampiro.
-Pareces humana... Un poco pálida, pero lo pareces.
-Ah. ¿Nunca has querido ser... vampiro?-le pregunto.
Él se queda pensativo y durante unos segundos, contesta:
-No, Marck es un vampanez, ¿lo sabes?
-Sí, me lo contó el señor Rhamus-comento y entonces caigo en la cuenta; si Marck le da a Tobi su sangre, Tobi se puede convertir en un vampanez como él.
-No me puede dar su sangre, porque no es un vampiro...
-Ya, ya he caído en la cuenta-le corto.
Guardamos silencio y él habla de nuevo.
-¿A qué viene eso de señor Rhamus? ¿Es Frank?-pregunta levantando una ceja.
-Sí, pero no le gusta que le llame Frank-comento.
Me quedo mirando y Tobi mata de nuevo el silencio inquietante que hay.
-¿Sabes jugar al tenis?-pregunta.
-Sí.
-Sígueme.
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