Capítulo 13

Hola :)

Hoy sólo os escribo un cap. ¿vale? Espero que no os importe mucho :P

Capítulo 13

Estuvimos viendo las fotos que se bajó de Internet. Se veía al hombre metido en una celda, en un pueblo, sentado en un sillón... Pero nada me interesó. Si de verdad era un vampiro, en sus dientes debería de haber dos colmillos para poder chupar sangre, pero cuando sonreía en las fotos, no se les veía. Ya era hora de marcharse, así que me despedí y me fui a casa. Antes de salir por la puerta, tuve que preguntarle a Lucy una cosa que tenía en mente:
-No me has dicho aún una cosa-digo.
-¿El qué?
-¿Cómo se llama el hombre?-pregunto.
-¡Ah! Es verdad, mientras te contaba lo de los documentos, no te he dicho su nombre. Qué despistada soy. Su nombre en Frank Rhamus. No se ha sabido nunca el segundo apellido que tiene. Además, odia que lo llamen por su nombre de pila (Frank) por eso, incluso sus familiares, le llamaban señor Rhamus.
-Vale, gracias-le contesto y me marcho a casa.

Ya en casa, mi padre había llegado de trabajar. No contó ninguna anécdota del trabajo, estuvo callado todo el día. Después de almorzar, me ofrecí voluntaria a limpiar los platos. Mi madre se quedó viendo la televisión y mi padre se metió en la cama a descansar, dijo que anoche no durmió bien por una pesadilla. Mientras lavaba un blanco roto, lo estaba agarrando con una mano y con la otra frotaba con la esponja. Estuve mirando por la ventana que había y mientras observaba la calle vacía, limpiaba el plato. En ese momento escucho "crac". Miro al plato y veo que está totalmente rajado, pero no roto. ¿Qué ha pasado? No logro explicar que ha pasado. Dejo el tema pasar, tiro el plato rajado y cojo otro plato. Esta vez no le quito la vista de encima. "Crac" ¡Otro plato! Encima, no le he quitado la vista de encima. ¡Se ha roto! Este no se ha rajado, se ha roto y varios trozos han caído en el fregadero. Paro de fregar, tiro los trozos del plato roto y le digo a mi madre que me he mareado y ella se dispone a lavar los platos.

La cama está hecha. Cojo el portátil y veo que me ha llegado un mensaje a mi correo electrónico. Es de Lucy. Lo abro y me pongo a leerlo.
ASUNTO: ¡Urgente!
MENSAJE: A mi padre le han regalado un viaje por sus quince años en la empresa. Lo siento, me tendré que ir esta noche y no volveré hasta el viernes que viene. En fin, estaré fuera de casa una semana entera. Espero que no te aburras, ¡ja, ja, ja, ja! Mi madre dice que dejará el cuidado de la casa a mi tía Annie. Si vez a una señora mayor, rubia, de ojos marrones, baja y de bastante peso entrando en mi casa, no te asustes, es ella. Ahora, no te moleste en llamar a mi casa corriendo porque sé que lo ibas a hacer, que te conozco... No te preguntes por qué no puedes venir, es que estoy fuera, hemos ido a por los billetes de avión. Bueno, me voy, nos vemos la semana que viene, Kat. Muchos besos y espero que no te aburras.
¡Muy bien! ¡Ahora se va de viaje! Lo que me asombra es que el padre debe de ser mayor, porque llevar quince años en la misma empresa... ¡Es asombroso! Apagué el ordenador cuando acabé de leer el mensaje y me dispongo a cortarme las uñas. Encuentro el cortaúñas  en un cajón del cuarto de baño y me siento en la silla de mi escritorio. Me voy a cortar las uñas de las manos. Cuando me voy a cortar la primera uña... ¡veo que no puedo partirla! Es imposible, mis uñas siempre se han podido cortar. ¿Qué ocurre? Primero el arañón, pensé que serían mis uñas y no me equivocaba, luego los platos, y ahora no me puedo cortar las uñas. Lo intento de nuevo.

No, no funciona. No me las puedo cortar. Esto ya es raro. Paro de intentarlo y cojo el ordenador, estoy pensando en algo escalofriante... Voy a buscar cómo se sabe si una persona es vampiro, porque ése es mi presentimiento: creo que me estoy convirtiendo en vampiro. El pensamiento me da un nuevo ataque de escalofríos que me sube por la columna vertebral y se extiende por todo el cuerpo. Lo busco en Internet y lo que encuentro es que para saber si una persona es vampiro, le debe de molestar el sol (cosa que a mí no me molesta nada), colmillos afilados en los dientes (cosa que yo tampoco tengo, aunque hace dos o tres días que no me los he estado lavando. Me toco los colmillos. No, nada afilado), tentación por la sangre o carne de animal o humana (a mí la sangre me da asco y la carne la como cuando mi madre me la pone para comer). No tengo nada de eso. Un nuevo pensamiento surge de mi mente en ese momento. Me niego a hacer lo que se me acaba de pasar por la cabeza.